Escultura
La escultura en el Antiguo Egipto se practicaba desde el periodo Predinástico con
admirable perfección en estatuaria y bajorrelieves, conservándose millares de
objetos de una y otra clase elaborados en madera, marfil, en bronce (a veces dorado y con
incrustaciones de oro y plata), en barro cocido y, sobre todo, en
piedra que para las estatuas suele ser de gran dureza.
Los bajorrelieves egipcios se usan para inscripciones jeroglíficas, representaciones de dioses y
faraones, de la vida doméstica, de faenas agrícolas o escenas de ultratumba y
sobre todo para conmemorar las victorias de los faraones.
Ya en las obras prehistóricas comienzan a insinuarse las características
propias del arte egipcio. Los bajorrelieves forman bandas paralelas y los
personajes más importantes adquieren mayor tamaño. Durante la época menfita se
desarrolla la estatuaria en relación con la arquitectura funeraria. Las
estatuas dobles del difunto, que aseguraban su supervivencia, debían lograr un
gran parecido. Para dar mayor veracidad las pintaban y esmaltaban los ojos. Sus
características varían según el rango: el faraón, por ejemplo, adoptaba una
actitud ritual hierática y solemne; muchos más libres y realista son las
estatuas de particulares realizadas en madera o en piedra caliza pintada. La
estatuaria del Imperio Nuevo creció con la arquitectura, que emprendió
monumentales templos. Aparecen esfinges y estatuas colosales de carácter
frontal (apreciables solo de frente) y simétrico, que se antepone a los
pilones. Otra novedad son las estatuas- bloques, figuras en cuclillas envueltas
en un manto y sosteniendo alguna divinidad u objeto oculto.
Algunas representaciones

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